JUANITO Y AMLO

Ayer estuve viendo, con dolor, el Tercer Legrado. Dedicaron casi la mitad del programa a hablar de Juanito y, por lo que veo, le han dado el micrófono en Televisa toda esta semana, con entrevistas en horario estelar. Aquí tiene aplicación directa tu comentario sobre la isla y el hecho de que su existencia dependa de la percepción humana. Si eran los científicos quienes establecían antes los parámetros de existencia de lo real, ahora son los medios quienes los imponen. Por supuesto, el programa se centró en la figura de Juanito, escondiendo las conexiones que este caso y personaje tiene con los electores, con el tribunal electoral, con los grupos de poder (televisoras incluidas), con los partidos políticos, con la derecha y con lo que queda de la izquierda electoral.

Yo que soy materialista, sé que la isla existe, aunque nadie hable de ella. Es decir, la realidad no depende de la percepción humana, existe independientemente de nosotros los humanos, o de las corrientes de pensamiento que den legitimidad a su existencia. Para los obradoristas los errores de Andrés Manuel no tienen existencia legítima. Para la derecha rampante las virtudes de Andrés Manuel no tienen existencia legítima. Sin embargo el personaje complejo está ahí, como la única opción viable (en mi percepción) de alternativa política sí, para salvar a México.

¿Hay alguien más? Si Jimmy Neutrón (que creo más bien le dicen Astroboy) representara una opción de cambio político, mal haría yo en no verlo, cegado por mi obradorismo. Me ocurre, a veces, con Beatriz Paredes. Ella me resulta insufrible (alguna vez en la Secretaría de Relaciones Exteriores estuve sentado detrás de ella en un larguísimo evento y pude observar sus desplantes), pero también sé que ha gobernado con consistencia. Sin embargo los mecanismos de poder dentro del pri no le abren espacio para convertirse en una opción real. Ya se vio, ni siquiera le permitieron ser la coordinadora de su bancada.

Cuando surgió el EZLN quedé aislado ante el consenso automático de mis amigos y su fascinación con el Subcomandante Marcos. No me gustaban sus comunicados porque decían cosas que no ocurren en la realidad de la selva. Eran buenos cuentitos, pero en el fondo se despreció a la gente al simplificar la narración de lo que ocurre en las comunidades indígenas.

Aquí es donde se plantea el desafío más fuerte para los educadores (políticos, ambientales, indígenas, de género): tenemos que admitir que nuestro plano de observación de la realidad (y de acción sobre ella) no es el único legítimo y que tenemos que construir consenso argumentando con otros para tener un abordaje robusto de lo real y una acción democrática sobre el presente, el pasado y el futuro. La diversidad siempre se impone sobre los discursos uniformizantes.

Un abrazote
Trigo