martes, 23 de junio de 2009

Escritos varios


Uffff me encantaría escribir ficción, por ahí he publicado algunos cuentos y he intentado tres novelas... las tres terminaron en el bote de la basura (bueno, no, porque soy ratón de biblioteca y ahí están los borradores hasta donde llegaron, alguno con más de cien páginas y aún así abandonado).

Ayer que charlaba con una amiga ya bien tarde en la madrugada, y ahora leyendo a Balbina, pienso en que tengo que hacer un libro propio, ya no algo por encargo, sino mi propio libro. Exceptuando el primero que escribí en 1984 (que fue completamente mío y todavía se sigue editando), todos los demás han sido, de algna manera, textos que he tenido que escribir o bien por razones académicas, o bien por razones laborales, o sencillamente porque vivo de leer y escribir. Gulp. Me encantaría ganarme una de esas becototototas (la Guggenheim, por ejemplo) para tener ingresos seguros durante un año y dedicarme exclusivamente a escribir un proyecto personal.

La verdad es que tengo unas miserias humanas tremendas... Lo que pasa es que si procuro evitar hacer daño NO es porque sea muy bueno... es porque me da reteharto miedo que se me devuelva la maldad. Y esa es una ley universal en la que sí creo, que todo lo malo y todo lo bueno se nos devuelve, una especie de búmerang cósmico que restablece el equilibrio.

Hace años tuve una columna en el periódico Excélsior, en las épocas de don Edmundo Valadés al frente de la sección cultura. Me dejaba escribir lo que se me antojara, nunca me censuró un sólo artículo. Recuerdo una ocasión, en que le entregué una crónica de Chamula, narrada desde mi aislamiento en una finca cafetalera de Ocosingo (nos quedamos varados porque llovió tanto que se borraron los caminos y se rompieron los puentes). Todo lo que decía en el artículo era verdad, pero parecía producto de la imaginación. Ni reportaje ni cuento. Magia, magia es cierto.

Hay una película definitiva en mi vida, querida Gabby, se llama en español "Vicios privados, virtudes públicas", creo recordar que la dirige Miclós Jancksó (uffff, debe estar super mal escrito el nombre...). Es una crítica a la hipocrecía de los personajes públicos, pero también, una desesperada y poética defensa del derecho a la privacidad. De modo que mientras no ha sido absolutamente necesario, siempre he preferido mantenerme fuera de la luz pública, haciendo mi trabajo cotidiano, sabiendo que NO soy indispensable pero que sí soy útil en la medida en que pertenezca a grandes corrientes de pensamiento. No sabemos, Gabby, cómo vayan a evolucionar las cosas en este nuestro México lastimado, después de las elecciones. Si en algún momento resulta indispensable dar la cara, pssssss ni hablar, habrá que hacerlo.

Por lo pronto, ser parte de esta comunidad reúne ambos mundos: la posibilidad de publicar y leer lo que mis amig@s publican, reirme como lo hace Faveeros, a veces medio a escondidas cuando estoy de viaje y tengo que conectarme en un ciber, o ponerme a mentotear madres a toda voz aquí en la casa cuando leo testimonios sobre las malas mañas de los despachos y contra familias que cometimos la tontería de confiar en los bancos.

Va que va, ahora sí, tengo que ponerme a chambear.

Abrazo grande,

Trigo

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